Fin de semana en la montaña…en verdad lo necesitaba, después de terminar con la U, lo único que pedía era no tener que pensar mucho, y con la Práctica en verdad lo estoy logrando, es como cerebro en “casi” reposo, pero cuerpo en actividad; al revés de lo que ocurría en la U…lo que está bien, pero la rutina y la monotonía suelen aburrirme y ya lo estaba un poco cuando aparece esta invitación y obviamente mí respuesta ante un “hagamos un cerrito” generalmente es un SI!!!, así con mayúscula, aunque esta vez igual lo pensé un poco, el cansancio físico era grande…pero como dije una vez, la montaña cura todo, ya me había curado una penita, porque no me iba a servir de descanso ahora…además tenía clarísimo que no podía decir que no…habíamos acordado hace mucho hacer un cerro juntos y las condiciones no se habían dado, así que ahora no me iba a echar para atrás solo por estar cansada…(me habrías odiado, o no?...y si no lo haces tú, me habría odiado yo).
Partimos temprano ese sábado, el cerro elegido era el Gloria, decidido casi a última hora…después de pasearnos por las posibilidades del Paloma y otros cerritos mas para el lado del Cajón del Maipo, llevábamos la aproximación, la ruta del cerro, TODO impreso, como buenos “niñitos montañistas” que van por primera vez a un cerro…se suponía que nada podía pasar…con eso de nada básicamente me refiero a que no podíamos perdernos…y lo menciono porque ya me pasó una vez, y en verdad ni ahí con repetir la experiencia, aunque a decir verdad en esa ocasión no estuvo mal; no me puedo quejar…y esta vez tampoco estuvo mal…SI!!! NOS PERDIMOS!!!!!...pero para nuestra defensa no fue nuestra culpa;¡Qué ocurrió? pasamos a Carabineros de Guardia Vieja a dejar, como corresponde, nuestro informe de salida, y para asegurarnos completamente les preguntamos a ellos el lugar exacto por donde se debía entrar al valle y amablemente nos dieron todas las indicaciones…perfecto, pensamos, no hay forma de equivocarse. Tomamos el auto y nos fuimos rumbo al Gloria, dejamos el auto encargado a un amable señor de un puesto de artesanías…y comenzamos a caminar, caminar, caminar y…caminar…9,5km…según Google Earth…casi seis horas con un descanso incluido, el valle no era muy bonito en verdad, muy seco, casi nada de vegetación, y un pequeño riachuelo que lo recorría. Lo cierto es que he estado en aproximaciones a cerros bastante más bonitas que está, pero en verdad poco importaba, comenzamos a observar a nuestro alrededor y no encontramos ningún cerro que se pareciera por lo menos un poco al de las fotos, mal augurio, pero seguimos caminando e intentando reconocer en lo que nos rodeaba algo que se asemejara a las imágenes que llevábamos impresas, pero nada, por más que mirábamos no reconocíamos nada ni por cerca semejante. Volvimos a revisar y leer el detalle que se daba de la aproximación y ninguno de los lugares por donde habíamos pasado coincidían con la descripción que estábamos leyendo… Ahí nos dimos cuenta, no estábamos en el valle correcto…nos habíamos metido quizá por donde pero al frente nuestro no teníamos al Gloria, si no un cerro un “poquito” más complicado: El Parva del Inca. ¿Qué hacer en ese caso?, ¿intentar el cerro? Ni pensarlo, ¿Por qué no? Muchas razones, no íbamos preparados ni técnicamente ni sicológicamente para hacer un cerro de esas características, y menos llevábamos el equipo necesario para intentarlo, ¿Qué hacer? Devolvernos definitivamente no estaba entre nuestros planes, seguimos caminando con la idea de llegar lo más al fondo del valle que pudiéramos y decidir al otro día que es lo que haríamos, opciones teníamos un par, la primera intentar llegar hasta la base del glaciar del Parva, la segunda subir alguno de los cerritos que nos rodeaban.
Llegamos al fondo del valle y después de un “pequeño accidente”(los bofedales a veces pueden ser un poco peligrosos…uno se hunde y a veces más de lo que se desea), decidimos, más bien decidí, que acamparíamos ahí. La noche estuvo realmente hermosa con una luna casi llena que iluminaba todo, de hecho ella fue la “culpable” de que nos acostáramos MUY tarde, así es que esa noche decidimos no dejar despertador, nos levantaríamos cuando nos despertáramos, y al otro día la levantada fue tarde y nuestro panorama fue subir un cerro que estaba frente a nuestro campamento después desarmamos campamento y a hacer el camino de regreso.
¿Qué decir? ¿Decepcionados? en ningún caso, la naturaleza nos premio con un lindo lugar, con una luna preciosa, con un valle muy poco visitado (casi no habían senderos marcados, solo las huellas de los animales) esto finalmente fue lo mejor, es lo que buscamos los locos que nos dedicamos a este “deporte”, soledad, tranquilidad, aislamiento para cargar energías suficientes que nos permitan enfrentar la vorágine del día a día acá abajo, en la civilización. Objetivo cumplido. Listos para la cuidad, por lo menos por un tiempo, hasta que la necesidad de montaña se presente de nuevo. Lo que, se sabe, ocurrirá muy pronto.
(Antes que lo olvide, gracias por preocuparte de la comida, compras y cocina incluidas…así da gusto que la inviten al cerro a una…me haré cargo la siguiente vez…aunque no prometo cocinar…)